Capítulos I y II

I

En el principio ya existía el Verbo (la Palabra), y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. El estaba (existía) en el principio con Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de Él, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En El estaba (existía) la vida, y la vida era la Luz de los hombres. La Luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la comprendieron (no la dominaron).
Vino al mundo un hombre enviado por Dios, cuyo nombre era Juan. Este vino como testigo para testificar de la Luz, a fin de que todos creyeran por medio de él. No era él la Luz, sino que vino para dar testimonio de la Luz. Existía la Luz verdadera que, al venir al mundo, alumbra a todo hombre.
Él estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de Él, y el mundo no Lo conoció. A lo Suyo vino, y los Suyos no Lo recibieron. Pero a todos los que Lo recibieron, les dio el derecho (el poder) de llegar a ser hijos de Dios,(Tu Salvador personal) es decir, a los que creen en Su nombre, que no nacieron de sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios.
El Verbo (La Palabra) se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos Su gloria, gloria como del unigénito (único) del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan dio testimonio de Él y clamó: Este era del que yo decía: El que viene después de mí, es antes de mí (tiene un rango más elevado que yo), porque era primero que yo. Pues de Su plenitud todos hemos recibido, y gracia sobre gracia. Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad fueron hechas realidad por medio de Jesucristo (Jesús el Mesías).
Nadie ha visto jamás a Dios; el unigénito Dios, que está en el seno del Padre, Él Lo ha dado a conocer.

Juan el bautista habla de Jesús:
Este es el testimonio de Juan, cuando los Judíos enviaron sacerdotes y Levitas de Jerusalén (Ciudad de Paz) a preguntarle: ¿Quién eres tú? Y él confesó y no negó, pero confesó: Yo no soy el Cristo (el Mesías). ¿Entonces, qué? le preguntaron ¿Eres Elías? Y él dijo: No lo soy. ¿Eres el Profeta? No, respondió Juan. Entonces le preguntaron: ¿Quién eres? Ya que tenemos que dar respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo? Juan les respondió: Yo soy LA VOZ DEL QUE CLAMA EN EL DESIERTO: ENDERECEN EL CAMINO DEL SEÑOR, como dijo el profeta Isaías.
Los que habían sido enviados eran de los Fariseos, y le preguntaron: Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Cristo (el Mesías), ni Elías, ni el Profeta? Juan les respondió: Yo bautizo en agua, pero entre ustedes está Uno a quien ustedes no conocen. Él es el que viene después de mí, a quien yo no soy digno de desatar la correa de la sandalia. Estas cosas sucedieron en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.

Jesús, el Cordero de Dios:
Al día siguiente Juan vio a Jesús que venía hacia él, y dijo: Ahí está el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Jesús es el único Salvador). Este es Aquél de quien yo dije: Después de mí viene un Hombre que es antes de mí (tiene un rango más elevado que yo) porque era primero que yo. Yo no Lo conocía, pero para que El fuera manifestado a Israel, por esto yo vine bautizando en agua.
Juan también dio testimonio, diciendo: He visto al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y se posó sobre El. Yo no Lo conocía, pero el que me envió a bautizar en agua me dijo: Aquél sobre quien veas al Espíritu descender y posarse sobre Él, Este es el que bautiza en el Espíritu Santo. Y yo Lo he visto y hedado testimonio de que Este es el Hijo de Dios.

Los primeros discípulos de Jesús:
Al día siguiente Juan estaba otra vez allí con dos de sus discípulos, y vio a Jesús que pasaba, y dijo: Ahí está el Cordero de Dios. Y los dos discípulos le oyeron hablar, y siguieron a Jesús. Jesús se volvió, y viendo que Lo seguían, les dijo: "¿Qué buscan?" Y ellos Le dijeron: Rabí (que traducido quiere decir Maestro), ¿dónde Te hospedas? "Vengan y verán," les dijo Jesús. Entonces fueron y vieron dónde se hospedaba; y se quedaron con Él aquel día, porque eran como las cuatro de la tarde (la hora décima).
Uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús, era Andrés, hermano de Simón Pedro. El encontró primero a su hermano Simón, y le dijo: "Hemos hallado al Mesías" (que traducido quiere decir, Cristo).Entonces lo trajo a Jesús. Jesús mirándolo, dijo: "Tú eres Simón, hijo de Juan; tú serás llamado Cefas," que quiere decir Pedro (Piedra).

Jesús llama a Felipe y a Natanael:
Al día siguiente Jesús se propuso salir para Galilea, y encontró a Felipe, y le dijo: "Sígueme." Felipe era de Betsaida, de la ciudad de Andrés y de Pedro. Felipe encontró a Natanael y le dijo: Hemos hallado a Aquél de quien escribió Moisés en la Ley, y también los Profetas, a Jesús de Nazaret, el hijo de José. Y Natanael le dijo: ¿Puede algo bueno salir de Nazaret? Ven, y ve, le dijo Felipe.
Jesús vio venir a Natanael y dijo de él: "Ahí tienen a un verdadero Israelita en quien no hay engaño." Natanael Le preguntó: ¿Cómo es que me conoces?. Jesús le respondió: “Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.” Rabí, Tú eres el Hijo de Dios, Tú eres el Rey de Israel, respondió Natanael. Jesús le contestó: "¿Porque te dije que te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que éstas verás." También le dijo: "En verdad les digo que verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subiendo y bajando sobre el Hijo del Hombre."

II

Las bodas de Caná (Jesús convierte agua en vino):
Al tercer día se celebró una boda en Caná de Galilea, y estaba allí la madre de Jesús; y también Jesús fue invitado a la boda, con Sus discípulos. Cuando se acabó el vino, la madre de Jesús Le dijo: No tienen vino. Y Jesús le dijo: "Mujer, ¿qué nos interesa esto a ti y a Mí? Todavía no ha llegado Mi hora." Su madre dijo a los que servían: Hagan todo lo que Él les diga. Y había allí seis tinajas de piedra, puestas para ser usadas en el rito de la purificación de los Judíos; en cada una cabían dos o tres cántaros (unos 100 litros). Jesús les dijo: "Llenen de agua las tinajas." Y las llenaron hasta el borde. Entonces les dijo: "Saquen ahora un poco y llévenlo al mayordomo." Y se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino, sin saber de dónde era, pero los que servían, que habían sacado el agua, lo sabían. Entonces el mayordomo llamó al novio, y le dijo: Todo hombre sirve primero el vino bueno, y cuando ya han tomado bastante, entonces el inferior; pero tú has guardado hasta ahora el vino bueno. Este principio de Sus señales (milagros) hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó Su gloria, y Sus discípulos creyeron en El. Después de esto Jesús bajó a Capernaúm con Su madre, Sus hermanos y Sus discípulos; pero no se quedaron allí muchos días.

Jesús purifica el templo:
La Pascua de los Judíos estaba cerca, y Jesús subió a Jerusalén. En el templo encontró a los que vendían bueyes, ovejas y palomas, y a los que cambiaban dinero allí sentados. Y haciendo un látigo de cuerdas, echó a todos fuera del templo, con las ovejas y los bueyes; desparramó las monedas de los que cambiaban el dinero y volcó las mesas. A los que vendían palomas les dijo: "Quiten esto de aquí; no hagan de la casa de Mi Padre una casa de comercio." Sus discípulos se acordaron de que estaba escrito: EL CELO POR TU CASA ME CONSUMIRA. Entonces los Judíos Le dijeron: Ya que haces estas cosas, ¿qué señal nos muestras? Jesús les respondió: "Destruyan este templo, y en tres días lo levantaré." Entonces los Judíos dijeron: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y Tú lo levantarás en tres días? Pero Él hablaba del templo de Su cuerpo. Por eso, cuando resucitó de los muertos, Sus discípulos se acordaron de que había dicho esto; y creyeron en la Escritura y en la palabra que Jesús había hablado.

Jesús conoce a todos los hombres:
Cuando Jesús estaba en Jerusalén durante la fiesta de la Pascua, muchos creyeron en Su nombre al ver las señales que hacía. Pero Jesús, en cambio, no se confiaba en ellos, porque los conocía a todos, y no tenía necesidad de que nadie Le diera testimonio del hombre, porque El conocía lo que había en el interior del hombre.